DHA “Esencial” para una vida saludable

Ainoha Trujillo Santos, Dr. Adolfo Quiles Hill


En la actualidad es bien conocido el papel que determinados componentes de la dieta tienen sobre la salud. Las modificaciones de la dieta en los últimos treinta años, el aumento del consumo de la llamada “comida basura”, sobre todo en los niños mayorcitos, así como algunas dietas de adelgazamiento poco equilibradas en los adultos, han conducido con frecuencia a la falta de nutrientes elementales y al abuso de alimentos innecesarios. Algunas de las enfermedades más frecuentes hoy en día, entre las que destacan las cardiovasculares están influidas por estos factores.


Los ácidos grasos.

Los ácidos grasos constituyen un complejo y variado grupo de compuestos integrado por una elevada diversidad de especies moleculares, los cuales se agrupan en diferentes familias: saturados, mono-insaturados y poli-insaturados en función de unas características básicas como son el número de átomos de carbono, el número de dobles enlaces y su posición, así como la configuración que presenta la molécula en torno a los distintos dobles enlaces.

Los ácidos grasos saturados, se encuentran presentes en una proporción elevada en las grasas de vaca y cordero, en algunos aceites vegetales ( de coco, palma, etc.) y en menor concentración en la grasa de cerdo, pato etc. Se trata de compuestos "no esenciales", lo que significa que no necesitamos de su ingestión junto con la dieta porque pueden ser sintetizados por nuestro organismo a partir de la glucosa. Su ingesta excesiva no es recomendable. Aquí se incluyen el ácido esteárico y el ácido palmítico como ácidos grasos predominantes en la grasa de origen animal.

Los ácidos grasos poli-insaturados, en cambio, son compuestos “esenciales”, es decir, que necesitan ser aportados con la dieta ya que nuestro organismo carece de la capacidad de sintetizarlos. Tanto es así, que la carencia de los mismos provoca retrasos en el desarrollo intelectual y en el crecimiento corporal.
Se engloban dentro de este grupo los Omega-6 y los Omega-3.
A la familia de Omega-6 pertenecen ácidos grasos como el ácido linoleico y derivados.
A los ácidos grasos Omega-3 pertenece el ácido docosahexaenoico (DHA) al que se atribuye una serie de beneficios metabólicos sólidamente demostrados.

La fuente natural de estos ácidos grasos "esenciales" es, fundamentalmente, el pescado graso (salmón, anchoas, sardinas, caballa, atún, bonito...)


El DHA

El DHA (ácido docosahexaenoico), es el ácido graso de la familia Omega-3 que cuenta con 22 (docosa) átomos de carbono y 6 (hexa) dobles enlaces, al que se le atribuyen más reacciones y procesos de todos los ácidos grasos esenciales.
El adecuado aporte de DHA es particularmente importante, especialmente en el caso de los niños recién nacidos, en los cuales las reacciones de desaturación y elongación no están suficientemente desarrolladas.
Se ha hablado mucho de la influencia beneficiosa de los Omega-3 sobre el metabolismo pero hay que insistir sobre el grado de influencia que tienen en nuestra salud.

1. Es de evidencia científica el efecto beneficioso que los ácidos grasos poli-insaturados, en concreto los Omega-3 y sobre todo el DHA, tienen sobre el aumento excesivo del colesterol y de los triglicéridos en sangre, sobre la hipertensión arterial y en última instancia sobre las enfermedades cardiovasculares.

2. Está aceptado que los Omega-3 y sobre todo el DHA participan activamente en la maduración del sistema nervioso central del feto de tal manera que la leche materna tiene enormes ventajas sobre la leche artificial no adicionada de Omega-3. En la infancia tiene efectos evidentes sobre la maduración retiniana y la agudeza visual, así como el desarrollo del potencial intelectual del niño.

3. Se han presentado estudios sobre los ácidos grasos Omega-3, donde se les atribuye efectos sobre el crecimiento de algunos tumores, efectos antiinflamatorios, efectos positivos sobre la inmunidad del recién nacido y se han recomendado para la protección del rechazo en el trasplante hepático y en el tratamiento de la depresión moderada.


EFECTOS DEL DHA

El DHA tiene una serie de efectos derivados de sus funciones químicas:

1. El efecto hipolipemiante del DHA

Viene determinado por su capacidad de regular la concentración de triglicéridos y lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) en sangre.
Existe una relación inversa entre la concentración de triglicéridos en sangre y la cantidad de DHA ingerido, de forma que cuanto mayor sea el consumo de DHA menor será la concentración de triglicéridos en sangre.

La importancia atribuida a los ácidos grasos Omega-3 se remonta a principios de los años 70, fecha en la que Bang y Dyerberg llevan a cabo estudios de carácter epidemiológico en esquimales de Groenlandia, basándose en la hipótesis de que una dieta rica en grasa y aceites procedentes de animales marinos ricos en DHA, podía prevenir el desarrollo de la arteriosclerosis. Esta relación queda fundamentada por la baja incidencia de enfermedad isquémica miocárdica registrada en esta población.
En sentido opuesto, un estudio llevado a cabo sobre la población danesa muestra una clara relación entre la elevada ingesta de grasa procedente de animales terrestres y la gran incidencia de infarto y de enfermedad coronaria.

El perfil lipídico que muestran las poblaciones con una tradición culinaria basada en el consumo de animales marinos y sus grasas (Japón, Holanda) y rica en DHA (con unos niveles de colesterol, triglicéridos y lipoproteínas en plasma mucho menores) es distinto al que presentan la mayoría de los países industrializados.

Los ácidos grasos poli-insaturados Omega-3, poseen una notable capacidad para reducir los niveles de triglicéridos y lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) en plasma, obteniendo por otra parte unos niveles aceptables de LDL. Este efecto puede llegar a ser espectacular en algunos casos.
La reducción de triglicéridos y colesterol en sangre contribuye a reducir el grado de progresión de la arteriosclerosis y de sus principales consecuencias como son la angina de pecho, el infarto de miocardio y los accidentes vasculares cerebrales.

Recientemente, un panel de expertos concluía refiriéndose a este tema:
· la ingesta de pescado dos días por semana se relaciona con la reducción de la mortalidad por enfermedad coronaria.
· El tratamiento con 1 gramo diario de DHA disminuye el riesgo de accidente coronario.
· En cirugía de by- pass con injerto venoso la administración de 4 gramos por día de DHA disminuye el riesgo de obstrucción del injerto.
· Los pacientes de riesgo por hiperlipemia y dislipemia postprandial pueden mejorar con una dosis de 1 a 4 gramos por día de DHA, pudiendo concluirse que el tratamiento con DHA es preceptivo para pacientes de riesgo.
· Una dosis de 4 gramos diarios de diesteres de n-3 PUFA (ácidos grasos poli-insaturados - básicamente DHA) reduce la tensión arterial en pacientes con hipertensión moderada.


Por otro lado los ácidos grasos Omega-3 presentan además, un efecto "amortiguador" sobre la lipemia post-prandial, favoreciendo un paso más lento de los quilomicrones a la sangre. Esto es importante si se tiene en cuenta que a los quilomicrones remanentes se les atribuye un efecto aterogénico. Todo ello, se traduce en un aumento de la "tolerancia" a la grasa.

Parece plausible la hipótesis de que los Omega-3 inhiben la síntesis de triglicéridos a nivel hepático lo que conduce a la reducción de la concentración plasmática de VLDL y de triglicéridos. Este hecho también se ha atribuido a un aumento del catabolismo de las proteínas de muy baja densidad.


2. DHA en el funcionamiento celular.

a. En células que participan en los procesos inflamatorios:
El DHA interviene en el funcionamiento de las células que participan en procesos inflamatorios, regulando y atemperando la intensidad de la respuesta.
Los eicosanoides son sustancias derivadas de los ácidos grasos a partir de las que se forman compuestos como las prostaglandinas, tromboxanos y leucotrienos que participan en las reacciones de inflamación.
Hay estudios que concluyen que el DHA reduce de forma sustancial los síntomas de enfermedades como el reumatismo y la artritis.
El eczema, que es una forma de inflamación de la piel, puede mejorar sensiblemente por la ingesta de DHA.
El DHA participa en la prevención del fenómeno ateroesclerótico ya que en los macrófagos, cuanto mayor es la concentración de DHA en la membrana celular menor es la expresión del factor de adhesión, lo cual frena la dinámica del proceso aterosclerótico.

b. En células del músculo liso:
Así mismo el DHA, actúa regulando el crecimiento de la placa ateromatosa reduciendo e incluso inhibiendo la proliferación y migración de las células del músculo liso del endotelio vascular, hacia el espacio subendotelial.
El músculo liso es el sistema celular más importante en el control de la hiperglucemia (ya que constituye del 35% al 45% de la masa corporal en el hombre y del 25% al 35% de la masa corporal total en la mujer) asociado a la resistencia insulínica, si se valora la proporción y el tipo de ácidos grasos presentes en los fosfolípidos que integran las membranas celulares. Aunque la proporción de los distintos ácidos grasos presentes en la membrana celular no refleja exactamente la dieta ingerida, puede afirmarse que una alimentación rica en ácidos grasos Omega-3, como el ácido eicosapentanoico (EPA) y el DHA, conllevan a una mejora en la respuesta de la célula muscular a la estimulación por parte de la insulina y, como consecuencia, a una mejora de la hiperglucemia asociada.

Aunque es posible que el porcentaje de ácidos grasos del tipo Omega-3 presentes en la membrana de la célula muscular no dependa solamente de su correspondiente ingesta con la dieta, sino que también esté condicionada por la actividad de los sistemas enzimáticos que regulan los procesos de elongación y de saturación de los correspondientes precursores (ácido linoleico en la serie Omega-6, y ácido gamma-linolénico en la serie Omega-3), se ha observado que los lactantes alimentados con leche materna muestran un perfil lipídico, a nivel de las membranas celulares, muy similar al de aquellos adultos que presentan una buena sensibilidad a la insulina.


c. En la acción de la insulina:
La grasa de la dieta está estrechamente relacionada con la diabetes mellitus y, aunque su participación y mecanismo no está totalmente clarificado, se ha demostrado que una dieta rica en ácidos grasos poli-insaturados Omega-3, permite recuperar una sensibilidad y acción normal de la insulina en animales que previamente habían demostrado una resistencia a ella. Este es un efecto asociado a los ácidos grasos Omega-3 y no contemplado en la familia de los ácidos grasos Omega-6.

Es un aspecto a tener en cuenta ya que, bajo situaciones de hiperinsulinemia y junto a compuestos derivados del ácido araquidónico, se favorece la activación de toda una cadena biológica, como la proliferación de células del músculo liso o la microcirculación, entre otros, que final-mente desembocaría en el desarrollo del proceso ateromatoso.

Estos resultados han sido corroborados clínicamente a partir del estudio ya mencionado llevado a cabo en Dinamarca sobre grupos de población con una cultura dietética muy diferente. De esta forma, los esquimales que siguen una dieta basada fundamentalmente en pescados grasos, mostraron una incidencia extremadamente baja a la diabetes, al contrario que en el otro grupo de estudio, con un consumo ocasional de pescado graso, en donde la tasa de diabetes registrada fue mayor.

d. En plaquetas y células del endotelio vascular:
La influencia que el DHA presenta sobre el funcionamiento celular, se observa también en el efecto antihipertensivo que se aprecia tras la administración de una dieta rica en ácidos grasos Omega-3 como consecuencia del cambio de composición que el DHA provoca sobre los ácidos grasos presentes en las plaquetas y el endotelio vascular.
Esto conduce a una reducción en la formación de componentes que intervienen en el desarrollo aterosclerótico, como es el Tromboxano A2, sustancia con elevada capacidad vasoconstrictora.

e. En la célula miocárdica:
El DHA se acumula en la membrana celular del miocardio.
Se ha relacionado con la capacidad de prevención de las arritmias y de la fibrilación ventricular.


3. DHA en el desarrollo del sistema nervioso

El DHA es un ácido graso Omega-3 altamente insaturado que forma parte del SNC y de las estructuras del sistema visual. Actúa sobre las propiedades biofísicas de las membranas de los fotorreceptores y sobre los neurotransmisores. Activa la rodopsina y el desarrollo de conos y bastones, así como la conectividad de las dendritas y la maduración funcional de SNC. El DHA aumenta la neurogénesis, la sinaptogénesis y la actividad de los fotorreceptores. Modula el desarrollo del cerebro y de la retina.

La mayor concentración de DHA en nuestro organismo la presenta el cerebro sin embargo también podemos encontrar en los bastones de la retina una concentración muy alta. La sensibilidad de los fotorreceptores ROD a la luz está claramente disminuida en recién nacidos con déficits de ácidos grasos Omega-3.

La influencia que el DHA ha demostrado tener sobre el desarrollo del sistema nervioso y del sistema visual en las primeras edades de la infancia, es una propiedad esencial sólo del DHA y no es atribuible a los demás ácidos grasos pertenecientes a la familia Omega-3.

En el último trimestre de embarazo el contenido en ácido docosahexaenoico en el cerebro se incrementa casi cinco veces. En ese periodo el ritmo de desarrollo cerebral es máximo y sigue aumentando a un ritmo inferior durante los dos primeros años después del nacimiento. El DHA interviene directamente en el proceso de mielinización del cerebro durante el embarazo y los primeros meses de vida. Se trata de un proceso fundamental para que el niño alcance el desarrollo del potencial intelectual determinado genéticamente. Ya hemos dicho que el DHA favorece la plasticidad neurológica en los niños y permite que se produzca un mayor número de conexiones entre las neuronas.

El feto es incapaz de sintetizar los ácidos grasos a partir de los nutrientes que recibe a través de la placenta. La sangre materna es la fuente de ácidos grasos que recibe el feto, por lo que será fundamental tener en cuenta la dieta seguida por la madre para garantizar la concentración de DHA en la leche.

Los niños con lactancia artificial deben tomar leches complementadas con DHA y AA (ácido araquidónico) lo que les permite alcanzar niveles de ácidos poli-insaturados de cadena larga y conseguir una maduración de su retina y su cerebro igual que si tomaran lactancia materna. El DHA es incorporado de manera específica por el cerebro y la retina en un porcentaje mayor del 30%, respecto al total de todos los ácidos grasos presentes en los fosfolípidos que forman parte de la materia gris del sistema nervioso.

Se sabe que las dietas insuficientes en ácidos grasos Omega-3, disminuyen la presencia de DHA en el tejido nervioso y de manera particular en la retina de los animales en fases de desarrollo. Estas disminuciones van asociadas a respuestas deficientes de la retina a la luz, así como un desarrollo de agudeza visual inferior al normal.

Asimismo, se ha podido comprobar que la dietas con un aporte insuficiente de ácidos grasos Omega-3 y por lo tanto de DHA, ocasionan cambios de comportamiento en las funciones cognitivas y de percepción, lo cual se ha interpretado como prueba de un menor aprendizaje, así como cambios en los umbrales sensoriales, en la maduración y en el estado de alerta. Esto puede traducirse como el resultado de un procesado más lento de la información o bien como una disminución de la capacidad de reacción.


4. DHA en higiene mental.

Se ha sugerido que el acusado incremento de los casos de depresión y de otros problemas de tipo neuropsiquiátrico registrados a lo largo de estos últimos años podría obedecer al notable aumento en el consumo de aceites vegetales como los de maíz, girasol, etc (ricos en ácido linoleico Omega-6) por parte de la población de la mayor parte de los países del mundo occidental que potenció su consumo con el fin de reducir la concentración de colesterol en plasma y prever el infarto de miocardio.

La hipótesis viene avalada por el hecho de que los pacientes depresivos generan importantes cantidades de prostaglandina E2 y de Tromboxano A2, compuestos obtenidos a partir del AA ácido araquidónico, derivado a su vez del ácido linoleico (Omega-6).

Investigando la relación existente entre el grado de depresión y la concentración de ácidos grasos de la familia Omega-6 y Omega-3, se ha puesto de manifiesto la existencia de una correlación inversa entre el contenido de DHA en la membrana de los eritrocitos y el grado de depresión: cuanto mayor sea la concentración de DHA en las membranas de los glóbulos rojos, menor será el grado depresivo.

Se han expuesto trabajos proponiendo el tratamiento con DHA en pacientes con depresión menor.


5. Otras funciones asociadas a los Omega-3

Los efectos antineoplásicos protectores atribuidos a los ácidos grasos Omega-3 derivan de la capacidad de éstos para inducir la apoptosis (muerte celular controlada) y modificar la proliferación celular.
Estos ácidos grasos Omega-3 procedentes de la dieta se incorporan a los lípidos plasmáticos que, a su vez, se adentran en las células participando en las rutas metabólicas intracelulares y regulando su expresión génica.

Diversas investigaciones revelan que los ácidos grasos Omega-3 atenúan la caquexia (pérdida de peso) que aparece por la propia enfermedad y por los tratamientos que siguen los enfermos oncológicos.

De esta misma manera, se ha expuesto su papel en la mejora de la respuesta inmunológica, en aquellos pacientes que han sido sometidos a cirugía por un cáncer de aparato digestivo, lo cual ayudaría a prolongar la supervivencia del paciente.

El DHA se acumula en la membrana celular del miocardio y su aumento se ha relacionado con la capacidad de prevención de las arritmias y de la fibrilación ventricular.
El DHA permite el desarrollo de algunas funciones inmunitarias en los recién nacidos.

LA INGESTA RECOMENDADA DE OMEGA 3


A. En la Unión Europea:
Niños de 0.5 a 1 gramo al día
Hombres de 1 a 1.5 gramos al día
Mujeres de 0.5 a 1 gramos al día
Mujeres embarazadas 1 gramo al día, mínimo
Lactantes 1 gramo al día, mínimo

B. La Organización Mundial de la Salud no da cantidades concretas a tomar diariamente, pero ha publicado varios informes en los que hace especial énfasis en la extrema importancia que tiene el DHA en el desarrollo de la inteligencia y agudeza visual infantiles, y en la reducción del riesgo de padecer problemas cardiovasculares y de arteriosclerosis en los adultos.
La OMS quizá sea la organización que más explícitamente se refiere al DHA y lo diferencia de otros Omega-3 dejando claro que los beneficios atribuidos normalmente a los Omega-3 son casi en su mayor parte del DHA, siendo éste el que se debe valorar y no el conjunto de los demás.

C. Por otra parte, la organización "Health and Welfare" recomienda un consumo de Omega-3 diario entre 0.5 y 1.8 gramos, dependiendo de la edad y el sexo del individuo.

D. Finalmente, una de las instituciones con más prestigio en alimentación, "The British Nutrition Foundation”, aunque no ha establecido unas cantidades diarias, sí hace una explícita mención sobre la necesidad de matizar por separado lo que son especificaciones de Omega-3 en general, y del DHA en particular, ya que puede inducir a error en los consumidores al intentar cubrir las recomendaciones a base de Omega-3 que no aportan cantidades importantes de DHA, con lo cual su efectividad se ve seriamente reducida, sobre todo en la infancia.

CONCLUSION

Recientemente se ha señalado que el desarrollo de la humanidad se inició cuando los bosques se empobrecieron y unas familias de monos descendieron de los árboles, se aventuraron a recorrer la sabana africana desplazándose sobre las extremidades inferiores y, para protegerse y alimentarse, se instalaron en las riberas de ríos y lagos. Allí cambiaron su alimentación terrestre, pobre en DHA, por la acuática, rica en DHA (peces, aves marinas y sus nidos). Fueron estos cambios en la alimentación lo que les permitió desarrollar su cerebro, agruparse y adquirir un lenguaje y unas habilidades que les permitirían ser el origen del actual Homo sapiens.

Somos testigos presenciales del deterioro progresivo de la dieta en los países occidentales, sobre todo en los niños. El consumo masivo de carnes y grasas de origen animal (lo que a veces ha sido llamado “comida basura”) conduce a un aporte excesivo de ácidos grasos saturados y ha llevado a un aumento de la arterioesclerosis y de la patología a ella asociada convirtiéndolas en una de las primeras causas de mortalidad.

Deben establecerse las pautas culturales alimentarias en la profilaxis de esta patología, especialmente en la infancia. El uso del DHA junto a una dieta equilibrada contribuye de forma importante a reducir los casos de obesidad, los niveles de colesterol y de triglicéridos en sangre hasta niveles aceptables y a llevar una vida más saludable.


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